Nada/ Janne Teller

Las razones de por qué somos un país con un número reducido de lectores son muchas, mas no inciertas. Entre las causantes de los desmoralizantes resultados estadísticos de lectura en México encontramos por ejemplo: Libros muy caros, falta de espacios ideales para la lectura, campañas pobres de difusión, preferencia por otros "pasatiempos". Sin embargo hay un factor que considero determinante y que en mi labor de maestra experimento y sufro: el sistema educativo. Ni en las mejores escuelas la lectura es un tema, leer se le considera una actividad recreativa, ociosa, cuando en realidad es esencial para la forma en que los chavit@s adquieren los conocimientos, no solamente aquellos relacionados con la lengua. Un sistema educativo mexicano en decadencia, aunado a los preceptos dictados por el Neoliberalismo mellan los rasgos fundamentales de la educación: la emancipación y la transformación por medio del conocimiento. Existen un sin fin de sucesos que nos invitan a no pensar, por que el pensamiento forma personas críticas y arriesgadas. En cambio sin un pensamiento propio u original hay alguien a quien favorecemos, por que a final de cuentas No Cuestionar en ninguno de los planos de nuestra existencia es volvernos ciudadanos pasivos, cómplices. Es entonces cuando la difusión de la lectura resulta una tarea titánica dentro un Sistema que necesita mano de obra y no pensadores.

En la cultura de la acumulación (la del siglo XXI) los libros no se les reconoce como un "bien material", como sí lo son los teléfonos, los carros, las computadoras, los viajes; por que es cierto, los libros resultan "inútiles" en un mundo donde todo lo que compramos tienen una función inmediata. El conocimiento contenido en los libros es un bien intangible no presumible en redes sociales. En estas condiciones, en que la lectura no es una actividad que pongan en práctica desde los maestros hasta los padres de familia, lograr que la literatura entre al salón de clases resulta complicado. Mucho del bagaje con el que cuentan las personas son conocimientos a los que accedemos de manera inmediata en el internet y estos se  presentan como Verdades. Todo está proporcionado de inmediato, esforzarse para acceder a lo que la literatura e incluso el arte ofrece de manera velada resulta insatisfactorio. Así pues, a pesar de vivir rodeados de imágenes fantásticas y posibilidades que la tecnología puso en nuestras manos somos incapaces, resulta increíble, disfrutar de una historia ficticia. La necesidad de inmediatez es uno de los pretextos a los que apela el No-lector.

Por otra parte me encuentro con un fenómeno curioso en cada salón de clases, los jóvenes se puede escandalizar de la palabra "estúpido", "carajo" y se sonrojan al pronunciarlo cuando diariamente en su vocabulario hay decenas de éstas. Incluso las escenas de violencia les parece escandalosas y muchos de los juicios que deberían ser de contenido se reducen a la moralina enunciación de "es demasiada violencia". Se encuentra tan normalizada la humillación femenina, el trivializado pero no por eso menos grave fenómeno del "bulliyng" que lo evidente ya no nos escandaliza. Y así, con la literatura, haciendo ruido en el salón de clases, podremos darnos cuenta de que no solamente los adultos estamos llenos de prejuicios, también los más jóvenes viven así, acumulándolos. Esto me hace pensar en la literatura que más vende, la de superación, que nos dicta preceptos de comportamiento, nos moldea para encajar en los patrones predispuestos para nuestras vidas. Pero existe la otra literatura, la que funciona. ésta es del tipo que encontrarnos en un libro que nos enfrenta, que nos reta a pensar, a preguntarnos. Y hace un tiempo encontré un libro que me parece idóneo para este ejercicio: "Nada" de Janne Teller. 

La lectura de "Nada" por segunda ocasión.

La primera en solitario y la segunda junto a un colectivo de adolescentes, cambió por completo la experiencia.  El reto fue lograr que cada uno de ellos se abandonara a la lectura de una historia que de principio no parecía tener una intención pues en palabras de Pierre A: "Nada importa, hace mucho que lo sé". Desde ese primer enunciado uno desea tirar a la basura el libro apelando al "ese no tiene razón" o enganchándose desde la primera línea y pensando "ahora que lo dice nunca me había dado cuenta que era cierto". Cada uno en intensidad distinta, desde el otro lado de la página pensando nuestro argumento para convencer a P.A baje del ciruelo, preparando el objeto que también depositaríamos en el montón de significado.


¿Por qué la intensidad de la historia?

 La Nada, un concepto relacionado directamente con la filosofía, muchas veces contrapuesto con el Ser, con Existencia me parece que es lo que llena de sentido al libro. En un mundo tan automatizado los jóvenes nunca se verán en la penosa necesidad de preguntarse ¿ y qué?, ni perderse en cavilaciones existencial pues nuestra cultura prohíbe enfrentarnos con nosotros mismos. Por ello, el libro de Jeanne Teller funciona como un salvavidas en medio de la tempestad. La escritora logra retener la atención de los adolescentes con un problema lo suficientemente profundo como para que en efecto nos cuestionemos ¿es en realidad que nada importa?. A lo que muchos contestarán inmediatamente y sin el asomo de duda que sí!, muchas cosas importan y demás. El asunto no es enfrentarse a cada uno de los sentimientos o creencias (fundamentadas o no) que tenga cada uno de los adolescentes. Lo verdaderamente relevante de esta situación es que nos contestemos con razones, no son un monosílabo. Sin duda la tarea de cada uno, adulto u adolescentes radica en enfrentarse al significado de las cosas pues corremos el riesgo que vivir en la mayor de las inercias, convertir lo cotidiano en mero trámite,
 Pierre Anthon tiene razón cuando dice que la vida, vista a largo plazo como un ciclo de cosas que acaban invariablemente.  Que pesado saber que todo acaba, que efectivamente no importa nada, ni nada perdura hasta la eternidad. En el mejor de los casos queda el instante, el presente y ese sin duda que tiene significado.


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