Apunte Extra sobre Amsterdam de Ian McEwan.

aquí un apunte, luego de la lectura de Amsterdam y apropósito de la situación electoral en el país:

Resulta, es cierto, que la vida privada de los funcionarios públicos es una vida en constante escrutinio. Muchos de los grandes escándalos (yo diría que la mayoría)  no son por razones tan obvias como la corrupción; sino por la vida privada vista desde los ojos moralistas de sus denunciantes. Las redes sociales han contribuido a hacernos llegar la información de manera inmediata y por ello sin el filtro impuesto por lo medios así las plataformas de denuncia se han convertido más en un banquillo de los acusados donde todos opinan y dicen sin ton ni son que en un lugar de discusión, de exposición de ideas. Por ejemplo, a los funcionarios podemos denunciarlos de abusos de poder, de derroche de dinero público, de mordidas, de violencia, de  hacer mal uso de sus atributos; situaciones que implican un uso incorrecto de su lugar en las instituciones pero dicho hecho no pasará de ser un escándalo transitorio, un video reproducido miles de veces pero no por ello prevalecer "por que la mayoría de los políticos son así" dirían algunos. Por otro lado, exponer un asunto "reprobable"  en las redes sociales son el estrado donde tod@s pueden ser juzgados, la vida personal se vuelve un argumento moral para juzgar a las personas: la sexualidad, sus preferencias, su borrachera. 
Esto me trae a la mente el dilema al que se ve sujeto uno de los personajes de Amsterdam: publicar o no las fotos de un funcionario con vistas a ministro vestido de trasvesti en una sesión privada de fotografías. El personaje reportero  busca que esto funcione como un argumento para disuadir a los moralistas de su partido a no votar por él. Argumentar su imposibilidad para debatir o  su intolerancia con la diferencia no resultan cuestiones lo suficientemente convincentes para no confiar en él, por eso hay que recurrir a la ruina, a la puesta en evidencia.
Con esa imagen doy un salto a la realidad, en la que los votantes mexicanos juzgan a sus candidatos más por su comportamiento moralmente inaceptable que por su comportamiento como funcionario. Es decir, si se hiciera un análisis sobre quiénes realizan su trabajo sin uso de la fuerza, sin influencias estoy segura que muchos no permanecerían en dichos trabajos. Sin embargo hay todo un público (los votantes, los ciudadanos) que no son capaces de discernir entre lo individual y lo público y les resulta más provechoso condenar un hecho de la vida privada que de la vida pública; aquella que a todos nos involucra. Incluso los gastos exorbitantes en propagandas, en programas sin finalidades establecidas resultan ya reprochables en un país como el nuestro pero parece que somos ciegos y preferimos esperar el próximo desliz para burlarnos de ellos. Estoy seguro que en la ficción inglesa de McEwan, tanto en la realidad mexicana que nos toca padecer la moralidad aún puede más que la razón. 

Una vez más, literatura y realidad.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Algo alrededor de tu cuello. Chimamanda N. Adichie.

Las brujas de Eastwick/ John Updike.

Amsterdam/ Ian McEwan