Amsterdam/ Ian McEwan

Ian McEwan se ha convertido en poco tiempo si no es que en mi favorito, indudablemente uno de los escritores que no puedo dejar de recomendar pero que además no deja de impresionarme en cada página que leo, ni de sorprenderme hasta el extremo. Entre los libros que considero imprescindibles de este autor: Expiación, Los Perros Negros y del que hablamos ahora Amsterdam. Debo aclarar que esta es una mera selección de "preferencia de la que aquí escribe", lo que quiere decir que los demás libros no quedan descartados de ser leídos ya que este es uno de los pocos autores que no me ha decepcionado en ninguna de mis lecturas, y al que pretendo leer de principio a fin, suene o no fanático já.


Retomando un poco lo que hablaba en post anteriores sobre otros autores ingleses como Martin Amis o Julian Barnes, me queda claro que la literatura escrita en Inglaterra o por ingleses se encuentra por encima del estilo gringo de entrelazar el género del ensayo con la narrativa, común en los autores posmodernos. Esto no quiere decir que sean  novelas (las inglesas) despreocupadas de los temas internacionales. Dentro de las historias de Ian McEwan los dilemas personales de los personajes encierran dilemas colectivos. Dicha relación(entre crítica y narrativa) es sutil pues cada persona interioriza en su personalidad los dilemas contra el conservadurismo político, sobre la violencia o sobre lo social en general. El carácter no explícito de la crítica ha hecho que algunos de estos autores sean blanco de la crítica literaria, debido a que posturas políticamente incorrectas están veladas en los diálogos entre personajes, ideas que puede fácilmente confundirse con la postura personal del autor.  Esta falta de sutileza en temas controversiales da como resultado novelas agresivas, crudas, radicales y por lo tanto incómodas.


En las novelas y cuentos de Ian McEwan frecuentemente suceden hechos aparentemente cotidianos o sin importancia que dejamos atrás, sucesos casi imperceptibles que de pronto se convierten en el hecho definitivo de la historia. Giros impredecibles. La importancia de los detalles, las descripciones técnicas exhaustivas sobre música clásica confiere a la narración un vocabulario que hace de sus tecnicismos un ancla en la realidad. Amsterdam resulta una reflexión moral sobre nuestras decisiones. Los personajes masculinos, representantes de las ideas y la libertad se ven inmiscuidos tras la muerte del personaje femenino en una suerte de chisme indeseable, turbulentas intenciones de destrucción dará inicio a la historia. Los personajes, cada uno, representan la visión del mundo frecuente en sus profesiones: un político indiferente que busca ante todo los puestos públicos y el poder, un músico apasionado que es incapaz de sentir empatía por algo que no sea arte, un periodista en búsqueda de una verdad que a final de cuentas se encuentra condicionada por intereses económicos y un marido que busca poseer el nombre inmaculado de la mujer. Cada uno enfrentándose a sus situaciones existenciales  se verán enfrentándose cara a cara a la validez  y trascendencia de sus actos.


Me pregunto, a raíz de esta lectura, ¿Cuántas veces en el mundo lo que para nosotros resultan ligeras omisiones personales no derivan en desgracias reales para otros?. Pues sin duda una de las mejores cosas que sabemos hacer en esta sociedad es ignorar las condiciones-situaciones del otro o la otra. Vale preguntarse cuantas veces hemos actuado por deseos o emociones más que por el razonamientos. A lo que yo diría que casi siempre ignoramos la razón que sino no habitaríamos esta barbarie.

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