El tren pasa primero/ Elena Poniatowska

En esta historia el hombre de carne y hueso tiene un nombre ficticio: Trinidad Pineda Chinas.  Encarna la imagen del hombre imprescindible en las luchas sociales, el que representa al pensamiento y la crítica frente a la injusticia, la irracionalidad y la conformidad. Debido a que es una novela histórica, durante la lectura no quise ponerle rostro ni buscar el nombre real del que se cuenta; así en mi imaginación durante las más de 500 páginas cambió de piel, de oficio, de lengua, de origen, de nombre. Al finalizarla no pude resistir la tentación de buscarlo en la red, de encontrar datos biográficos, por que esta narración medio ficticia que nos regala Elenita es esa realidad que puede ser todo y nada la vez. La realidad lamentable a la que hay que hacerle frente, la realidad dura que se llama Resistencia y que en nuestro país ha pasado a ser supervivencia.

La historia del hombre apasionado por el ferrocarril pero sobre todo entregado a la lucha por la dignidad de los trabajadores, una vida a costa de la propia comodidad, el amor y la felicidad. !Que novela!, pensaba a cada página, fascinada por la entereza de los detalles, por la emoción de sentir en cada descripción ese universo ideal del tren. Lamentablemente, la admiración por esta narración pronto se mezcla con la  sensación de leer una crónica de  estos tiempos o una nota de diarios. Uno se preguntará ¿dónde he leído ya estas exigencias?, ¿por que estos corruptos sigue en el poder?, ¿por qué seguimos sin organizarnos? y así un sin fin de porqués. Existe una suerte de magia en rememorar la historia de ese medio de trasporte casi extinto en nuestro país. Una añoranza por el ayer y una decepción  por el Hoy. El hecho de que la lucha siga consistiendo casi en lo mismo: en la lucha por los derechos básicos de los y las trabajadoras, que no nos hayamos movido a otros ámbitos habla de lo estancados que nos encontramos. Eso pesa, y mucho.

La exigencias permanecen aquí y ahora, latiendo bajo la imposiciones laborales, bajo la ilegitimidad de los gobiernos que se han sucedido desde entonces. La organización de trabajadores de ferrocarriles hacen frente, ya hace algunas décadas, a las mismas prácticas nefastas del sistema político mexicano. Por ejemplo: Pareciera que el pensamiento de los opositores a los comunistas hace algunos años hoy se encarnen en cualquier usuario de las redes sociales que se dedica a emitir descalificaciones a la autogestión u organización civil. Para muchos la violencia solamente es aquella que ejercen quienes no están detrás de un escritorio y se limita a tachar de "violentos" aquellos que salen a la calle o a la plaza a Exigir. Habitamos un país en que el pensamiento nada ha evolucionado, sigue estancado en las ideas más retrógradas que no asisten a la evolución del mundo. Al contrario de lo que se piensa, de lo que se vende, no estamos en las puertas de la modernidad. 

Pero no solamente es la historia del gremio ferrocarrilero. Una parte importante de esta novela radica en  el papel de las mujeres dentro y fuera del movimiento.  Es cierto que los testimonio de la Historia en el mundo nos lanza Uno solo nombre de mujer por cada número elevado de nombres de hombre. Sin embargo, Elena Poniatowska, en este y otros de sus libros le da voz a las mujeres. Si buscamos detenidamente, ella no están en las fotografías oficiales, ni presiden cargos públicos, (y me viene a la mente una de las conferencias del  seminario contra la  Hidra Capitalista de l@s zapatistas), ellas no ocupan espacios en los templetes. No por no ser quienes articulan el discurso en el acto público quiere decir que no asisten a la transformación y que son parte esencial de los movimientos en México. Ellas, las mujeres mexicanas, hacen frente y resisten ante dos grande monstruoso, frente a dos grandes imposiciones que no por antiguas débiles: el machismo encarnado en las prácticas de hasta los que se dicen pensantes (el personaje de Trnidad lo representa) y las imposiciones económicas, laborales y políticas que hacen a un lado constantemente el papel de las mujeres en lo social. Sin embargo, así como gestan hijos, gestan las ideas más revolucionarias, la vida de la Resistencia, los hij@s del pensamiento (y no hablando de parir hij@s literalmente). Sin duda, prevalece la necesidad de que las mujeres y sus acciones tomen lugar en el pensamiento masculino, saber que nos dice la historia real sobre las acciones concretas y participativas de las mujeres por eso "El Tren Pasa Primero" es un testimonio valioso de ello.

Ahora mismo, a pocas horas de que se lleven a cabo elecciones en el país, esta lectura no podría ser más oportuna. Al "conductor del tren" podríamos cambiarlo por un jornalero, un estudiante, un maestro y la historia completa tendría el sentido que tiene, el de la lucha por lo más elemental: los derechos de los hombres y las mujeres a una vida digna, la abolición de las corruptelas, el fin de las imposiciones y el enriquecimiento de unos cuantos.
Es una pene, que a estas alturas del siglo, con los avances en el mundo, en la era de las tecnologías, habitemos un país en el que la sobrevivencia sigue siendo una lucha que hay que librar al diario.  Por eso al leer esta reseña piense en cualquier trabajador, obrero en nuestro país y verá que la historia de Poniatowska es la misma, que el personaje no es ficción sino la carne y hueso, pero sobre todo, el sudor de quienes se han declarado vivir para la resistencia y que tanto bien han hecho al pensamiento. 

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